Honduras.- Con la victoria de Xiomara Castro en Honduras, se fortalece el poder del círculo familiar del expresidente Manuel Zelaya al incorporar a los hijos de ambos en puestos de gobierno y del partido.
Cuando el pasado domingo por la noche se iban conociendo los resultados a la presidencia de Honduras, el derrocado expresidente Manuel Zelaya, seguía atónito el escrutinio en su casa de Tegucigalpa: “los resultados han salido rápido, la calle está en paz, los opositores reconocen la derrota…por favor, pellízquenme”, le dijo a sus hijos. Solo unas horas antes, Honduras paseaba en el filo de la navaja ante la posibilidad de saltar nuevamente por los aires ante las elecciones más tensas y violentas de su historia. “Esto parece Costa Rica”, dijo.
A esa hora su esposa Xiomara Castro acababa de ganar las elecciones y después de 12 años de gobierno conservador, el país centroamericano, el segundo más pobre del continente después de Haití, consumaba el giro a la izquierda encabezado por una mujer. El proceso electoral dejó varios datos históricos con un padrón de cinco millones de electores: fueron las elecciones más votadas en la historia de Honduras (69,2%), Castro recibe más votos que ningún otro presidente antes (cerca de 1,7 millones), se puso fin al eterno bipartidismo con la irrupción de Libre y fueron los comicios más violentos, con 23 candidatos asesinados durante la campaña. A lo anterior se añade un asunto no menos importante: una mujer llegó al poder en el país con un mayor número de feminicidios de América Latina.
Nacida en Tegucigalpa hace 62 años, la primera vez que la mayoría de los hondureños escucharon hablar de Xiomara Castro fue en 2009. Aquel verano se movilizó en las calles para defender el Gobierno de su marido, expulsado tras un acuerdo cívico militar por coquetear con Chávez y Cuba y saltarse un buen número de leyes. Hasta ese día, Castro había sido una impecable primera dama de acuerdo al protocolo que para ellas impone Centroamérica: sonreír, inaugurar hospitales y visitar a los pobres, que en Honduras son el 74% de la población. Durante aquellos convulsos días, fue acosada en muchas ocasiones por los soldados golpistas y a todas las provocaciones hizo frente pacíficamente con gran dignidad y firmeza, acompañada de su hija. Doce años después de aquello ella es presidenta y la adolescente que la acompañaba en las protestas será diputada en el Congreso.
Afable, de tono suave y testaruda, Xiomara Castro ha ganado las elecciones sin necesidad de dar una sola entrevista en profundidad. Las fuentes consultadas señalan que fue durante el exilio en República Dominicana (2010-2012), cuando el matrimonio supo que jamás recuperaría el poder y comenzaron a prepararse para que fuera ella la encargada de hacerlo. En Santo Domingo surgió la idea de fundar el nuevo partido Libertad y Refundación (Libre) y allí comenzó a estudiar Administración de empresas y oratoria que la han ayudado a presentarse ante miles de personas sin la timidez de antaño. El resultado es un binomio ganador: Xiomel (Xiomara+Mel), como se lee en algunas paredes de Tegucigalpa, que tomará posesión el 27 de enero con el reto de afrontar la actual “crisis humanitaria que atraviesa Honduras”, explica Zelaya en entrevista con EL PAÍS.
El nuevo gobierno recibirá un país quebrado económicamente y penetrado hasta el tuétano por el narcotráfico. Un país con enormes posibilidades pero con el 74% de la población viviendo en la pobreza y un 53% en la pobreza extrema. Donde el sistema de salud o la empresa eléctrica (ENEE), que cobra a la población tarifas casi europeas en el segundo país más pobre del continente, están prácticamente quebradas y donde los expertos prevén que será necesario un ajuste fiscal debido a la caída por los ingresos por la pandemia y el impacto de dos huracanes seguidos en un año. “Cuando me sacaron (de Honduras) se debían 3.000 millones de dólares y ahora 17.000 millones de dólares. Ha habido un saqueo importante a las cuentas del país que tiene, además, la imposición tributaria más alta de Centroamérica”, explica el expresidente.
En este contexto de crisis, Zelaya ha pedido a todos los sectores un “pacto social y económico” para sacar adelante un país que, en los últimos años, ha estado presente en los noticieros de medio mundo por las caravanas de miles de personas que, casi cada mes, salen de San Pedro Sula. “Vivimos una crisis humanitaria para la que es necesario un acuerdo nacional que encare los rezagos económicos medioambientales o de Derechos Humanos para desmontar la dictadura de Juan Orlando”, dice el exmandatario.
Cuando el pasado domingo por la noche se iban conociendo los resultados a la presidencia de Honduras, el derrocado expresidente Manuel Zelaya, seguía atónito el escrutinio en su casa de Tegucigalpa: “los resultados han salido rápido, la calle está en paz, los opositores reconocen la derrota…por favor, pellízquenme”, le dijo a sus hijos. Solo unas horas antes, Honduras paseaba en el filo de la navaja ante la posibilidad de saltar nuevamente por los aires ante las elecciones más tensas y violentas de su historia. “Esto parece Costa Rica”, dijo.
A esa hora su esposa Xiomara Castro acababa de ganar las elecciones y después de 12 años de gobierno conservador, el país centroamericano, el segundo más pobre del continente después de Haití, consumaba el giro a la izquierda encabezado por una mujer. El proceso electoral dejó varios datos históricos con un padrón de cinco millones de electores: fueron las elecciones más votadas en la historia de Honduras (69,2%), Castro recibe más votos que ningún otro presidente antes (cerca de 1,7 millones), se puso fin al eterno bipartidismo con la irrupción de Libre y fueron los comicios más violentos, con 23 candidatos asesinados durante la campaña. A lo anterior se añade un asunto no menos importante: una mujer llegó al poder en el país con un mayor número de feminicidios de América Latina.
Nacida en Tegucigalpa hace 62 años, la primera vez que la mayoría de los hondureños escucharon hablar de Xiomara Castro fue en 2009. Aquel verano se movilizó en las calles para defender el Gobierno de su marido, expulsado tras un acuerdo cívico militar por coquetear con Chávez y Cuba y saltarse un buen número de leyes. Hasta ese día, Castro había sido una impecable primera dama de acuerdo al protocolo que para ellas impone Centroamérica: sonreír, inaugurar hospitales y visitar a los pobres, que en Honduras son el 74% de la población. Durante aquellos convulsos días, fue acosada en muchas ocasiones por los soldados golpistas y a todas las provocaciones hizo frente pacíficamente con gran dignidad y firmeza, acompañada de su hija. Doce años después de aquello ella es presidenta y la adolescente que la acompañaba en las protestas será diputada en el Congreso.
Afable, de tono suave y testaruda, Xiomara Castro ha ganado las elecciones sin necesidad de dar una sola entrevista en profundidad. Las fuentes consultadas señalan que fue durante el exilio en República Dominicana (2010-2012), cuando el matrimonio supo que jamás recuperaría el poder y comenzaron a prepararse para que fuera ella la encargada de hacerlo. En Santo Domingo surgió la idea de fundar el nuevo partido Libertad y Refundación (Libre) y allí comenzó a estudiar Administración de empresas y oratoria que la han ayudado a presentarse ante miles de personas sin la timidez de antaño. El resultado es un binomio ganador: Xiomel (Xiomara+Mel), como se lee en algunas paredes de Tegucigalpa, que tomará posesión el 27 de enero con el reto de afrontar la actual “crisis humanitaria que atraviesa Honduras”, explica Zelaya en entrevista con EL PAÍS.
El nuevo gobierno recibirá un país quebrado económicamente y penetrado hasta el tuétano por el narcotráfico. Un país con enormes posibilidades pero con el 74% de la población viviendo en la pobreza y un 53% en la pobreza extrema. Donde el sistema de salud o la empresa eléctrica (ENEE), que cobra a la población tarifas casi europeas en el segundo país más pobre del continente, están prácticamente quebradas y donde los expertos prevén que será necesario un ajuste fiscal debido a la caída por los ingresos por la pandemia y el impacto de dos huracanes seguidos en un año. “Cuando me sacaron (de Honduras) se debían 3.000 millones de dólares y ahora 17.000 millones de dólares. Ha habido un saqueo importante a las cuentas del país que tiene, además, la imposición tributaria más alta de Centroamérica”, explica el expresidente.
En este contexto de crisis, Zelaya ha pedido a todos los sectores un “pacto social y económico” para sacar adelante un país que, en los últimos años, ha estado presente en los noticieros de medio mundo por las caravanas de miles de personas que, casi cada mes, salen de San Pedro Sula. “Vivimos una crisis humanitaria para la que es necesario un acuerdo nacional que encare los rezagos económicos medioambientales o de Derechos Humanos para desmontar la dictadura de Juan Orlando”, dice el exmandatario.
Fuente: El País
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