Mark Zuckerberg quiere liderar la revolución tecnológica en internet. La red pasará de ser un lugar pasivo y encerrado para dominar y englobar nuestras vidas como un espacio virtual. Os lo contamos.
Sí, es la noticia de las últimas semanas: Facebook pasa a llamarse Meta y liderará la construcción de un metaverso, un universo virtual para el que ha contratado a más de 10.000 personas únicamente en Europa. Con un cambio profundo de imagen e identidad en una de las crisis de publicidad más profundas y graves de la red social, Mark Zuckerberg se erige como el líder de una revolución tecnológica en internet que quiere englobar nuestras vidas para que dejemos de navegar por la web para comenzar a vivir en ella.
¿Qué es el metaverso?
Definir el metaverso es complicado. Hablamos de, según Facebook, el nuevo salto dentro de la internet móvil. Para la empresa de Zuckerberg hablamos de una nueva fase dentro del contexto de las experiencias virtuales interconectadas, todo ello utilizando tecnologías como la realidad virtual y aumentada. Desde hace meses, la red social ha ido allanando el terreno con congresos y cambios o ajustes en la utilización de dispositivos como las Oculus, las gafas virtuales propietarias de la empresa. En pocas palabras podemos decir que se trata de una auténtica locura 2.0 que pretende afianzar todo tipo de actividades dentro de un mundo virtual, combinando ocio y videojuegos, trabajo y turismo, por lo que sus potencial comercial es casi infinito. No es un simple mundo virtual más como el de World of Warcraft o el juego para móviles de moda: se trata de un espacio tridimensional masivo listo para ser utilizado y al que podemos acceder de varias formas.
Para vivir en este entorno lleno de estímulos usaremos gafas especiales con realidad aumentada, como las recientes lanzadas por Ray-Ban, interactuando con cientos de miles apps y elementos que estarán integrados dentro de una red cada vez más grande, diseñada, en parte, por la propia Facebook. Es el sueño de Google, pero parece que esta vez si podrá hacerse realidad al contar con una integración más agresiva con servicios de terceros. Pero, ¿por qué llamarse metaverso y no realidad aumentada? Porque suena bien y es un término habitual y recurrente dentro de la cultura pop, que en los últimos años, ha ido despuntando cada vez más en el argot conceptual de lo que está por venir.
“Vas por la calle y tienes hambre: tocas tus gafas y se proyectan en tus lentes anuncios 3D sobre los mejores locales, apareciéndote un chef japonés que te invita a comer sushi
Se cree que el término ‘metaverso’ tiene su origen en la novela de ciencia ficción Snow Crash, publicada en 1992 por Neal Stephenson, ya que no se han encontrado pruebas ni escritas ni orales de su utilización más atrás de los años noventa. Curiosamente, en el libro de Stephenson se hace referencia a un plano virtual, una especie de mundo digital colectivo que es compartido gracias a la convergencia y compatibilización con nuestra propia realidad tangible. Sí, suena un poco denso, pero imaginad que es la materialización de una realidad paralela virtual, de la que podemos salir y entrar con determinados dispositivos, y en la que se puede interactuar con otras personas conectadas como avatares al mismo tiempo en el que nosotros iniciamos sesión. «Mi idea cuando me encontré con que algunas palabras existentes tales como realidad virtual eran simplemente demasiado torpes para utilizarlas», explicaba el autor del término, Stephenson, en una entrevista. Se cree que la idea del avatar, tal y como lo usamos nosotros en nuestro día a día con relación a una representación digital y virtual de nuestro propio ser, también es obra suya. Dos por uno.
En el pasado, el concepto metaverso se usó como herramienta comercial para vender juegos como Second Life y otros juegos de rol online en los que el tamaño, la personalización, la interacción con otros jugadores o incluso la persistencia entran en juego. Este último aspecto es vital: aunque no esté ningún usuario conectado al metaverso, el sistema sigue funcionando y no se para. Esto fomenta la sensación de una realidad paralela a la que volver cuando nos apetezca y en la que siempre están sucediendo cosas y en las que nuestro progreso como avatares sigue estando guardado.
Para Facebook y su interpretación del metaverso, este mundo virtual -o mundos, pues habrá diferentes escenarios y salas-, hablamos de la gran y próxima evolución en la forma en que usamos internet. «En ese futuro podrás teletransportarte instantáneamente como un holograma para estar en la oficina sin tener que desplazarte, en un concierto con amigos o en la sala de tus padres para ponerte al día», declaró Zuckerberg en la presentación. Pero, ¿se hará real? ¿Es posible?
¿Es viable o una vendida de humo?
Un poco de ambas. El metaverso es viable, como casi cualquier concepto tecnológico plausible basado en el desarrollo y la implantación de herramientas y elementos existentes. Sin embargo, teniendo en cuenta lo ambicioso de las ideas presentadas por Zuckeberg y los suyos, no creemos que sea algo fácil de desarrollar y llevar a las vidas de miles de millones de personas. Pensad un momento en comienzos de los 2000, cuando existían los teléfonos móviles pero los smartphones eran algo raro y la conexión a internet desde un dispositivo móvil, era poco menos que ciencia ficción al alcance de unos pocos. Con la llegada del iPhone, el auge de las BlackBerry y la irrupción de Android, todos llevamos un gadget en nuestro bolsillo con el que lo hacemos todo.
Podemos hablar por videoconferencias en cualquier parte, mandarnos mensajes y archivos al instante, pagar en tiendas o incluso, y esto es bastante extraño, llamar por teléfono con quien queramos. Instalamos cientos de apps en nuestros pequeños discos duros portátiles, y entre ellas, Facebook destaca como uno de los servicios prioritarios para usuarios y negocios de todo tipo. Por eso Zuckerberg quiere dar el siguiente paso: no desea ser una app más. Quiere construir el escenario, imponer sus reglas y disfrutar de ser el propietario de algo que puede ser el nuevo big thing de la tecnología de consumo masivo. No es fácil desarrollar una infraestructura así, pero si hay una empresa de tecnología capaz de hacerlo, es Facebook.
“El concepto presentado por Facebook es plausible pero imposible de aplicar actualmente: necesitaría mejores conexiones que el 5G o integraciones tecnológicas muy complejas
Dependemos de ella para miles de pequeñas cosas y sus servicios principales, encabezados por la omnipresente red social, Instagram o Whatsapp, están ahí, instalados en millones de dispositivos y siendo usados por casi todos los seres humanos con acceso a internet en el planeta. Es una audiencia cautiva, muy jugosa, por lo que no sería de extrañar que viésemos los primeros pasos de este metaverso en menos de diez años. Se necesitará dinero. Sabemos que Meta, el nuevo nombre comercial de la empresa, gastará miles de millones de dólares para darle vida, implicando a las más variadas compañías subsidiarias y tecnologías propietarias y externas, como el 5G -y lo que esté por venir-. Además, Meta anunció recientemente que contratará a 10.000 personas en la Unión Europea para trabajar en el proyecto, una fuerza de trabajo realmente grande.
¿Cuándo llegará a nuestras vidas?
No será pronto. Una de las críticas más grandes a la presentación de Mark Zuckerberg fue la relativa a su falta de concreción. Sí, este tipo de ruedas de prensa con grandes vídeos conceptuales, mogollón de ejemplos audiovisuales lógicos y alguna que otra frase grandilocuente funcionan realmente bien en los medios de comunicación y redes sociales, obteniendo el ruido necesario para que la gente sepa qué se está vendiendo y qué será lo siguiente en el mundo de la tecnología. Hay expertos en este terreno, como Artur Sychov, fundador del metaverso Somnium Space en 2017, que piensan que en Facebook están corriendo demasiado y que buscan ser más pioneros para sacar tajada de algo que comprenden que llegará a nuestras vidas que otra cosa.
«Me parece todo muy precipitado, como tratando de insertarse en la narrativa sobre los metaversos que está sucediendo en este momento», matizaba Scychov a Reuters. Realmente, la idea del metaverso está íntimamente ligada a la cada vez más común compra y venta tokens no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés), algo de lo que debatimos en Vandal Random hace unos meses, y que junto al auge de las criptomonedas y los valores monetarios virtuales alternativos a los mercados tradicionales, parecen haber calado hondo en el imaginario colectivo del común de los habitantes de nuestra existencia más carnal. El metaverso llegará más tarde que pronto. Y será gradual.
La gran mayoría de avances tecnológicos llegan sin hacer demasiado ruido, cuando la industria encuentra nuevos caminos para vender o imponer formatos o se encuentran necesidades en lugares o nichos de mercado en los que antes no existían oportunidad. Hace unos años, los relojes inteligentes eran raros, y las capacidades de control y diagnóstico de constantes vitales eran un coto privado para las empresas sanitarias. Hoy en día, cualquier consumidor puede adquirir un smartwatch o una band de gran calidad que controle pulso, frecuencia cardiaca o incluso niveles de glucosa en sangre. Hace una década, hablar con un asistente virtual era ciencia ficción. Y ahora es algo tan habitual como aterrador para muchos usuarios celosos de su intimidad o sus datos personales.
Si el metaverso tiene que llegar, las empresas se encargarán de que llegue al empujar el software y el hardware a partes iguales de cara a los consumidores y usuarios de todo el mund. Zoom nos ha hecho muy dependientes de las videollamadas de trabajo para múltiples cosas tras la pandemia de coronavirus, y el auge del teletrabajo, más común de lo que se podría prever en un principio, podría acelerar el proceso. Quizás no sean tan bonito como el que propone Facebook, pero una vez llegue en el plazo de una década, más o menos, podríamos tener por seguro que la compañía usará sus dispositivos propietarios para que accedamos a él. Ahí estará gran parte del negocio.
¿Qué dispositivos necesitaremos o nos impondrán?
Blanco y en botella. Hace unos días, nos enterábamos que los dispositivos Oculus Quest pasarían a llamarse Meta Quest en el proceso de cambio de nombre de la compañía de Zuckerberg, que estudia maneras de permitir iniciar sesión en Oculus con otras cuentas. El fundador de la red social no es tonto, sabe que todo pasa por ser el propietario o aquel que establece las reglas del juego, y ahí, sus gafas de realidad virtual son vitales. Sin embargo, como ya os hemos explicado, esto va más allá de una pantalla.
En poco tiempo podríamos ver dispositivos como gafas, smartphones o relojes compatibles con el metaverso, el desarrollo de hubs de terceros o incluso certificaciones, como cuando se compra un móvil con una cámara diseñada por Leica o cuando tenemos un teléfono con capacidad 5G y acceso a un internet más rápido. Si Meta quiere como empresa maximizar cualquier tipo de beneficio y sacarle partido a sus millones de usuarios, deberá abrirse a múltiples gadgets, estándares y dispositivos. Da igual que seas de HTC, Ray-Ban, Asus o Apple. Si quieres conectarte, puedes. Uno de los éxitos de Android como sistema operativo, y al mismo tiempo una de sus grandes debilidades en términos de seguridad, es la libertad que concede a sus usuarios y el amplio abanico de posibilidades existentes en su software. La entrada de Facebook en este terreno, podría aumentar el interés en el concepto de los mundos virtuales en el gran público, motivando que todas las grandes big tech desarrollen soluciones propias o sistemas de conexión, así como dispositivos compatibles con la apuesta de Meta.
Es pronto para saberlo. Como explican expertos de la talla de Dave Carr, responsable de comunicación del mundo virtual Decentraland, el control sobre los contenidos y las formas de acceso podrían desarrollar una fuerte resistencia por parte de los usuarios. Como ya sucede con los NFT, muchos universos virtuales existentes usan la tecnología blockchain, un sistema de certificado que hace imposible el control centralizado de aquello que se ve, consume o adquiere en el plano 2.0. Si Facebook o Meta intentan monopolizar este tipo de tecnología o usar algún tipo de filtro centralizado, su idea del metaverso podría fracasar y los dispositivos de terceros, o las soluciones de otras empresas, tener más repercusión y resonancia. La economía digital y su interconexión con otros sistemas será clave en el éxito del metaverso y su predominancia en nuestras rutinas diarias.
¿Qué pasará con nuestros datos? ¿Y la privacidad?
Facebook quiere ver cómo internet nos rodea hasta tal punto que seamos capaces de vivir dentro de la red. Sí, como en Matrix o Ready Player One. Es una de las obsesiones de Zuckerberg desde hace años, al igual que el aumento de la seguridad de su red social, siempre puesta en tela de juicio por sus filtraciones o el uso indebido de los datos personales de millones de usuarios. ¿Confiará el público en una red virtual tan ambiciosa como la que proponen? Si ya tenemos miedo -relativo, todo hay que decirlo- a que mercadeen con nuestros datos personales o tendencias de compra, ¿somos capaces de imaginar que una empresa registre o tenga constancia de nuestras respuestas fisiológicas, nuestro tono de voz o qué estamos haciendo en ese preciso instante?
“El público dice desconfiar de Facebook, pero usa apps como Instagram y Whatsapp de forma diaria: ¿harán lo mismo con el metaverso?
«Sin confianza, los planes de metaverso de Meta ya están en riesgo», comentaba a CNN Mike Proulx, director de investigación de la empresa Forrester. Sabemos que Facebook ha desarrollado nuevas herramientas de seguridad y privacidad y que, con el paso de los años, ha ido construyendo un portal más seguro. Pero los últimos escándalos han hundido la imagen corporativa de la compañía, condenándola a ser cada vez menos relevante para los usuarios jóvenes, que han pasado su atención a otros tipos de aplicaciones como TikTok, la gran rival de Instagram. «La privacidad y la seguridad deben integrarse al metaverso desde el primer día», explicaban fuentes oficiales de Facebook a organismos del Reino Unido, que, alertados por los conceptos presentados por la red social en lo relativo al metaverso, vieron en él otra fuente de peligros. Es cierto que lo nuevo produce desconfianza y que los cambios son realmente incómodos en la tecnología y en la vida en general, pero lo que propone Meta es algo tan ambicioso y prometedor como imponente. Y hay que estar preparados.
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